Coherencia entre vida y fe.-

Lucas 6:46-49

Introducción.-

 

“No le pidas a Dios que guie tus pasos si no estás dispuesto a moverte.”

Jesús nos dijo algo:

 

·         Lucas 8:16  Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.

·         Lucas 11:33  Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero,(H) para que los que entran vean la luz.

 

Ha notado usted que nos identificamos con muchas cosas sin embargo no vivimos aquello que decimos.

En los discursos políticos hemos escuchado las siguientes frases: doble moral, el doble discurso, un gobierno de izquierda gobernando con principios de la derecha.

Todos esperamos que alguien viva de acuerdo a las normas de las que profesa; podemos por un instante pensar y juzgar a las siguientes situaciones.

 

Por ejemplo:

·         Les decimos a los niños que es malo mentir, pero si alguien llega a buscarlo “dile que no estoy”.

·         Decimos nadie me diga nada que en mi casa mando yo; pero todos hacen lo que bien les parece.

·         Soy chofer profesional, pero podemos quebrantar las señales de tránsito.

·         Un policía que es parte de una banda de ladrones.

·         Un militar que es parte del narcotráfico.

·         Un bombero que se niegue apagar incendios.

·         Un médico que no quiere salvar la vida de alguien sino le paga por adelantado.

·         Un burócrata que esperan que le rueguen para servir al pueblo.

Ejemplos como estos pueden repetirse en muchas situaciones de nuestra vida, de profesar algo sin embargo no hacer lo que profesamos.

Estas situaciones comunes son amorales; pero que también pueden ser vista en nuestra vida espiritual y Dios nos hace ver a través de su Palabra.

 

·         1Juan 1:6  Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

·         1Juan 2:4-5  El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.

·         1Juan 2:9  El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.

·         1Juan 4:20-21  Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

 

El cristiano incoherente hace mucho mal. Por lo tanto, la vida del cristiano está en la senda de la coherencia.

 

¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

Esta expresión es la conclusión del sermón del monte; y es que con estas palabras se nos llama la atención con respecto a nuestra profesión de fe.

Este reclamo también fue escuchado por el pueblo de Israel de boca del profeta Malaquías.

 

·         Malaquías 1:6-7  El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.

 

Esta expresión es un llamado a ser coherentes con lo que profesamos.

También puede ser tomado como un llamado, exhortación y reclamo de parte de Dios.

Este llamado se debe a que podemos ser profesantes religiosos sin fe.

Ejemplo.-

 

·         Mateo 7:21-23  No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

 

Entrar en el reino (v. 21) es equivalente a entrar en el camino angosto y caminar en él. Jesús presenta el caso de dos siervos.

Uno tuvo cuidado de descubrir y realizar la voluntad de Dios. Como súbdito en el reino de los cielos, se somete a su Rey y le obedece conscientemente. Su prioridad número uno es agradar a su Señor.

 

La introducción del párrafo —no todo el que… admite que también los verdaderos siervos del Señor dicen y hacen cosas maravillosas, pero su prioridad es otra.

El otro, en cambio, se encuentra entre los que se ocuparon de “decir” y “hacer” muchas cosas, verdaderos activistas.

Pronunciaron las palabras y fórmulas religiosas correctas, llamaban a Jesús Señor, Señor (v. 21). Realizaron muchas obras poderosas (milagrosas), inclusive profecías, exorcismos. Juzgando por los “frutos” exteriores, uno llegaría a la conclusión de que se trata de un verdadero gigante espiritual.

La respuesta, o confesión abierta, de Jesús a las personas que se describen en el v. 22 es triple:

·         Nunca os he conocido. Significa que nunca jamás habían entrado en una relación personal y salvadora con Cristo. No se trata de una supuesta apostasía.

·         ¡Apartaos de mi! es la sentencia reservada para los incrédulos, los enemigos del reino (comp. 25:41). Dios no permite en su presencia tales personas. (3)

·         Obradores de maldad presenta la clave en el pasaje. Aunque nos sorprende la severidad con que Jesús trató a este grupo que había actuado tan bien, según las normas de los hombres, cuando analizamos el término “maldad” (anomía  G458) comenzamos a entender la gravedad de su vida y obras.

El término significa literalmente “sin ley”, o “transgresión de la ley”. De este término viene la palabra “antinomiano” que usamos para describir a uno que vive al margen o fuera de la ley. Describe a las personas que se rebelan contra la ley establecida, viven fuera de la ley, son anarquistas, no reconocen la autoridad del Rey de los cielos y la tierra. Se niegan a orar venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra (6:10).

·         Lucas 13:24-28  Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.

Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.

Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.

Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.

Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.

Hallar la salvación requiere más concentración y esfuerzo de lo que muchas personas esperan invertir. Es obvio que no podemos salvarnos solos ni hay manera en que podamos hacer algo en favor de Dios. Debemos esforzarnos en "entrar por la puerta angosta" en un deseo diligente de conocer a Dios y procurar con fervor establecer una relación sin importar el costo. Debemos cuidar de no pasar por alto esta acción porque la puerta no estará abierta para siempre.

El Reino de Dios no necesariamente lo poblará la gente que esperamos encontrar allí. Muchos líderes religiosos muy respetables que proclaman lealtad a Jesús no estarán allí porque en secreto eran moralmente corruptos.

La gente deseaba saber quién se salvaría. Jesús explicó que a pesar de que muchos saben algo acerca de Dios, solo algunos han aceptado su perdón. Escuchar sus palabras o admirar sus milagros no es suficiente, es fundamental dar la espalda al pecado y confiar en Dios para recibir su salvación.

Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.

Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.

Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.

En la versión de Lucas parece que la riada no viene a cuento; tal vez es porque Lucas no era natural de Palestina, y no tenía una idea muy clara de la escena; mientras que Mateo, que sí era de Palestina, la conocía muy bien.

En verano, muchos valles presentan el lecho arenoso totalmente seco; pero en invierno, después de las lluvias de septiembre, vuelve el torrente con toda su fuerza.

Puede ser que alguien que estaba buscando dónde hacerse la casa vio ese espacio libre y se decidió a construir en él, descubriendo para su mal cuando llegó la época de las lluvias que el río también volvía a su cauce, y se llevaba la casa.

Un hombre sensato habría buscado la roca, para lo cual habría tenido que realizar más trabajo; pero, cuando llegara el invierno, se vería que no había sido en vano, porque la casa permanecería segura en su sitio. En cualquiera de las dos versiones queda clara la enseñanza de que es importante que nuestra vida tenga una cimentación firme. Y la única que lo es de verdad es la obediencia a las enseñanzas de Jesús.

Existen semejanzas entre los dos constructores: Ambos oyen, ambos enfrentan las mismas pruebas, ambos tienen las mismas oportunidades y aparentemente ambos construyeron casas parecidas.

Pero hubo contrastes fundamentales: Tenían naturalezas distintas, pues uno era prudente (frónimos  G5429 ) previsor, considerado, cuidadoso; se fijaba en lo que hacía.

En cambio el otro era insensato (morós  G3474), imprevisor, necio, tonto, descuidado, no se fijaba bien en lo que hacía.

Nótese que Jesús no indica que el hombre insensato era inmoral o dedicado a vicios escandalosos. Uno obedecía las palabras de Jesús; el otro no. Uno edifica sobre la peña, un cimiento sólido; el otro sobre la arena, un cimiento inseguro.

Los cimientos no son visibles al ojo humano, pero las pruebas revelan la clase de cimientos. Hay un contraste radical en la manera que ambos soportaron las pruebas.

Notemos en segundo lugar, en estos versículos, cuan á lo vivo nos pinta nuestro Señor la religión del hombre que no solamente oye la palabra de Cristo, sino  que también cumple su voluntad. Lo compara á uno que, "edificando una casa, cavó, y ahondó, y puso el fundamento sobre roca..

Su religión puede costar mucho a ese hombre. Como la casa edificada sobre la roca, puede acarrearle penas, trabajos y abnegación; pues tiene que desechar  el orgullo y la presunción, mortificar la carne rebelde, revestirse del amor y humildad de Cristo, cargar la cruz diariamente, y dar por perdidas todas las cosas  por amor de Cristo--todo esto es en verdad difícil.

El torrente de las  aflicciones puede dar contra ella impetuosamente, y las avenidas de las persecuciones pueden agolparse alrededor de sus paredes, más no caerá jamás.

El  Cristianismo en que los hechos están en armonía con las buenas palabras es un edificio sólido, inmóvil.

La casa construida por el prudente soportó todas las pruebas, mientras que la casa del otro se desmoronó.

La obediencia a Dios se compara con la construcción de una casa de sólido base que permanece firme en medio de las tormentas.

Cuando la vida está en calma, el fundamento no parece importar. Pero cuando las crisis vienen, se prueba nuestro fundamento. Asegúrese de que su vida esté construida sobre la sólida base de conocimiento y confianza en Jesucristo.

¿Por qué las personas edificarían sus casas sin fundamento?

Tal vez por querer evitar el arduo trabajo de preparar piedras para el mismo o quizás por ahorrar tiempo.

No quería molestarse en cavar hasta encontrar la roca. La arena era mucho más atractiva y menos trabajosa. Puede que sea más fácil seguir nuestro camino que el de Jesús, pero al final acabaremos en la ruina. El camino de Jesús es el de la seguridad aquí y en el más allá.

A lo mejor son más atractivas o de un nivel más alto las casas junto a la playa que las que están en el acantilado.

También es posible que procuren unirse a los amigos que ya ocupan un lugar en los lugares arenosos.

Quizás porque no escucharon que se avecinan fuertes tormentas ni dieron importancia a las advertencias o, por alguna razón, piensan que a ellos no les pasará nada.

No se le ocurrió pensar cómo estaría aquel lugar seis meses después. En todas las decisiones de la vida hay un corto plazo y un largo plazo. Feliz el que no se juega el bien futuro por el placer presente. Feliz el que ve las cosas, no a la luz del momento, sino a la luz de la eternidad.

No importa cuál sea la razón, los constructores sin fundamento no tienen visión y tendrán que sufrir las consecuencias. ¿Cuáles son sus razones cuando se da cuenta que oye pero no obedece?

 

Cuando aprendemos que lo que cuesta más suele ser lo que más vale la pena, y que la previsión es mejor que la improvisación, descubrimos que lo mejor es construir la vida sobre el cimiento firme de las enseñanzas de Jesús, porque no habrá adversidad que la haga vacilar.